18.6.06

Feliz día para ti también...

Recuperar del olvido viejas confesiones con olor a papel puede ser,
para muchos de nosotros,
un arte, quizás una fantasía.
Más vemos en los espejos las pequeñeces
que ni toda la humanidad
pudieran algún día igualar...
Todo apunta a lo que no se puede señalar con el dedo...
Mi amigo, mi gran amigo,
estás a las puertas de darnos la gran felicidad,
aquella que algún día con una voz dulce y somnolienta
clame por tu compañía,
más allá de las delicias de la pintura y la escultura,
porque incluirnos en la dicha
es un acto benevolente,
es un acto fraterno
inconmensurable.

Te emplazo a abrazarme
te emplazo a querer que ésto siga hacia adelante,
es más,
te obligo incluso a responsabilizarme dentro de toda la felicidad
te obligo a que esa dulzura toque mi alma
con palabras suves que desenmarañen las espinas del corazón...

Hermano,
Pedro ¡mi hermano!,
me hago pequeño ante la sombra de nuestra amistad,
te lo digo
dentro de la delgada niebla de nuestras palabras,
que las nubes sí son de algodón
y que la luna es grande
más grande que cualquier montaña lejos de mi ventana...

porque ya eres padre,
porque empezaste el camino
del cual todos quisimos suspender,
levitar,
te animo a comenzar
te animo a recibir mios ojos
que te permitan ver
el cariño eterno
el orgullo nuevo
que aquella siluetita
dibuje en sus labios
la palabra tío...
para tí,
la palabra padre...