31.7.06

Sopla Negro... Sopla!


De ancianos este mundo a conocido bastantes. Mas yo quisiera retar al mismo Matusalem, arcaico entre los antiguos, a ver de qué manera las cosas podrían verse quizás de otro modo.
Cuando llegamos a la casa, desde el auto, abriéndose el portón, apareció ante nosotros tamaña figura. Es que su risa sí lo iluminaba todo, cual plama de sus manos abiertas en un ademán que era más que un saludo. Fuimos testigos de aquella silueta vieja, aquella silueta de hombre casado; él, el más flaco de todos, portaba su ponchera personal, acarreando tras de si toda la humanidad, los sueños y tal vez hasta los más escondidos de nuestros secretos...
Desaparecido de vez en cuando, aparecido cuando nadie más podía, obligándonos a dejarlo pagando... fuimos tantas veces "malagradecidos", infames, insolentes; por lo menos siempre el eco nos regaló su carcajada, de Arica a Magallanes, entre Tongoy y los Vilos.
En un lugar de la Mancha que tatatá tatatá, escogimos dos de nuestros mejores vestidos, bailamos tres horas y corrimos al fin despavoridos. Era la tradición, la misma de vernos las caras más de una vez, la misma que pasó fuera de nuestras casas justo en el momento en que abrimos la puerta.
A mi una vez me golpeó la pierna, quizás a otro un cortito... dimos jugo, dimos seco, en una esquina de año nuevo leyendo el diario, hablando con una niña. Ahí mismo lo reté a entrar en la botillería, en ese tiempo no era el Ron lo que acomplejaba nuestra sed, sin más que unas cuantas monedas caminamos hacia el vacío; y el vacío fue inmenso, grande, eterno.
La felicidad muchas veces se tiñe de difícil... en otro tiempo habría sido lo mismo, nuevas aventuras. Es que la oscuridad de su nombre puede en un abrir y cerrar de ojos pintar mis caminos del amarillo más preciso. Negro amarillo, cuando te salvaste por un año... qué queríamos de ti, nada... quizás todo.
Soplaste negro viejo, a pesar de la ponchera... a pesar de las muchas noches en que nos amanecimos de un lado a otro. Soplaste por los dos, a pesar de verte acabado, es que fue tan irónico verte ejemplificado en lo que cada uno de nosotros se iba a convertir... tu silueta vieja, tu silueta negra, tu sonrisa llena de luz...
Espero que puedas abrir una vez más la palma y marcar el camino a casa, espero que puedas soplar y yo pueda verlo... me hago testigo de tu silueta vieja, y ya soy cómplice, ya soy de ti lo que alguna vez podremos soñar juntos... me cubro bajo un manto oscuro como tú, opaco y tenue luz. Me cubro de la noche mas aprecio sus estrellas; tanto como aprecié esa luz, de ponchera, al lado de la puerta que alguna vez quisiste cerrar para que no me fuera.

29.7.06

Un Cementerio


Recorrí dos veces las posadas de ese cementerio, pero no encontré donde dormir.
Me veo, en espejos somnolietos, llenos de ira, y no quiero seguir paseando de tu mano.
Aposté, dos mil pesos a los caballos el otro día... fueron los dos mil pesos más recordados en la historia de esta humanidad infame.
Quiero tirar mierda, enojarme, saltar de furia, pero ante todo, golpear ese recuerdo silente.

Ante tanta indiferencia, quizás incertidumbre, quiero que se guarde en el baúl más clandestino de toda la cantera que me llevó alguna vez a este abismo, un poco de mis lágrimas, otro tanto de las que jamás derramaré.
Quiero festinar con el olvido, bailar por los pasillos, aunque ya no baile, aunque ya no beba más que en vasos decorativos, y de una vez por todas, ante los ojos incrédulos de todos aquellos que jamás en mi van a confiar, sonreir, sólo una vez más, como por última vez.

-He acometido una huida- dije. De mejor manera podría haber tocado fondo... -¡Haaa... en este barco no hay fondo, ni abismo, ni disparates, tan siquiera groserías con las que se pueda uno descargar!- continué, mirando a los cielos furibundos como lastres cobijados en un techo amargo. -Para toda la vida- eso fue lo más divertido, intentar aprehender en una o dos palabras todo lo que jamás llegará a ser, pues ya lo es...

Mira, las cosas son simples...
-No, quizá no pueda mirar-
-Vete de aquí, huye, desenreda las pasiones más bajas de mi alma, céntralo, entiéndeme, abusa de mi paciencia si es que quieres que todo funcione como debía funcionar-

Aunque las despedidas siempre fueron mi especialidad, especialmente en mi mente intentaré volver a acomodar más recuerdos, más náuseas, más misterios de los que se puedan abarrotar dentro de mi alma... volveré con la frente en cualquier parte, incinerando matices, viendo de uno y de otro, para no caer en el medio... miedo

-¡Esto es una estafa, ha sido siempre una estafa!-
-Y de qué te asombras, desde cuándo has difrutado ganar-

Espera, silencio, palabras...

Muerte, una y otra vez, como saliendo de mi alma, esa alma que abandona, que se presta a la locura...
Adiós nunca dije, y quizás en ningún tiempo saldrá a relucir; es que ya no es el tiempo lo que quiero perdonar, es la dicha, es la desdicha, en un horizonte ajeno, muerto, lejos de este cementerio...

2.7.06

Última bocanada


Las verdades siempre se encontraban donde nadie las buscaba, y eso era precisamente porque todo lo que pasaba alrededor nuestro venía de falaces fiestas de otoño.
Pues bien, el invierno llegó, y con él un nuevo año que a nadie le importó.
Mas si pudiera revivir los momentos que nunca existeron, y forzar mi mente a la retrospectiva, nada sacaría ya más que mil emociones muertas. La envidia superó los límites del pudor, mi casa, lejos del ruido, en llamas (como las del altiplano) se evaporó.
Me siento a velar por los recuerdos, me rearmo en uno y otro intento, y sólo puedo pedir que la última bocanada de su aliento seque mis lágrimas ahora... que las seque como en un viento otoñal, como cayendo las ojas por pura gravedad.
Intentos, puros intentos... el fallar, de vez en cuando, aparece ante mi como una máxima insoslayable.
Quiero ser irreductible en sólo una cosa... nunca más quiero volar.