y rellené todas las más diversas canciones.
Me comía las uñas
hasta más no poder,
hasta desfallecer de alegría española...
Alborotados, todos mis amigos llamaron a todos los hospitales,
me golpearon, me sacudieron,
como si esto fuera todo,
como si todo acabara después de un remesón.
Acabé en dos estapas debo reconocer...
en primer lugar sobre la estufa,
para que no se escapara el calor,
luego sobre el sillón o sobre la cama
no logro recordar...
astutos escapes más allá de la vida útil,
falsos profetas que inundan la anatomía de la desgracia,
verbos que ya no son carne,
verbos que no suenan,
que ya no son gramática.
Cuando todo está perdido,
es que precisamente es cuando se debe buscar...
por qué,
porque ya no queda más...
debería buscarte por sobre los valles inundados de tu
a
b
i
s
m
o
me remito a dos hipótesis,
una que lleve a la segunda
y otra que sea copia de la una...
... pasiones intensas cegadas por luces díscolas,
inmutadas, perforadas,
cercenadas como extremidades mutiladas...
...sabores ingenuos que bailan en mi boca,
que acontecen más alla de mis labios
y se revuelcan en la calma paridad de los corazones,
tentando al destino
a estirar esta serie de eventos,
esta serie de malos presagios,
que, desde la oscuridad,
avisan a todos lados como debe ser la cortina que divida
mi cama de hospital del otro enfermo,
el que grita
y que sin duda
yace más grave que yo.
Caígamosnos dentro de algo dulce no más...
vistámosnos sin ropas
melancólicamente de edén...
dejemos a las hormigas cerrar filas tras un vetusto hormiguero
cerrado a las almas vanas
y grosero, ante todo, con nuestras magras integridades.
Para decir
todo acabó
y chan-chán,
o cha-na-na-ná,
o colorín colorado,
es necesario,
por si fuera extraño,
ridiculizar a este tiempo,
perder más otoños,
saltar primaveras,
y atontar al verano...
y verás como quieren en Chile
al amigo cuando es
desde invierno