30.4.07

El "gato gordo" (primer movimiento)

-------Através de esas barreras, siempre en el mismo peldaño, el gato gordo disfrutaba el sol de la tarde. Muy pronto llegarían a escurdiñar entre sus lacios cabellos, que de vez en cuando dejaba cual pistas sobre una huella de bosque oscuro, desparramados sin un orden continuo. La puerta de golpe sonó, varias veces antes que Isidro despertara. La voracidad de la noche anterior dejaba algunos pensmientos en blanco, y aun más, una tierra fértil donde plantar historias de laya negriza. Apenas Isidro jugó al sordo, el gato gordo saltó olímpicamente por sobre el comedor, mas su tamaño obtuso impidió todo intento de agilidad; tuvo que conformarse, sin más, con levitar sobre su propio vientre.
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-------------Una vez en la pieza los dedos de Isidro comenzaron a sacudir las pocas pulgas del gato. Largos y amarillos, teñidos de tabaco, comenzaron a recorrer las orejas del felino. Mientras tanto, mirando como siempre al infinito, el animal se desprendía de toda responsabilidad de existir. Lo único que lo ataba a esta vida era una mecánica respiración. Del mismo modo que su mascota, Isidro se levantó, como un actor de reparto en una película que jamás pudo comprender. Y así, sin más remedio, tuvo que atender la puerta, entre bostezos, lagañas y un poco de alcohol.
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-------------Cada vez que Isidro recibía a alguien en su departamento el gato se echaba bajo el umbral de la cocina, y esta vez no fue la exepción. Delante de ese universo paralelo, de aquella dimensión que sólo Isidro sabría distinguir, el animal examinaba paciente, sin necesidad de acometer ninguna intervención. La imagen era simple, como tantas veces antes lo fue. La figura ya concida, la misma voz, el mismo olor. Dos siluetas brotando y desapareciendo entre pestañas y parpados de hierro, gesticulando una conversación entre muchas. Pero no. Esta vez no fue casual. El felino intuía sobre aquella sombra algo poco convencional, una necesidad imperiosa de abalnzarse sobre Isidro y advertir que nada era ya igual. El gran peso que cargaba y la pereza adquirida durante sus placenteros 6 años de vida lo llevaron a dimitir aquella opción.
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--------------Medio dormido soñó el gato que era la hora de comer. Levantó sus orejas en sentido de alerta y se tumbó con el hocico bien abierto sobre un plato plástico, abundante en leche tibia. Sin embargo morfeo muchas veces nos tiende trampas molestas, que no podemos distinguir. Pronto el obeso animal se encontraba trasquilando un viejo trapero que esperaba seco y lacónico sobre un basural. Aquellos dedos que cada mañana acogían con arrumacos y caricias su morbida animalidad, se cernían alrededor del picaporte, cerrando la puerta por fuera. El felino, medio dormido, intentaba esbozar un maullido, sin embargo la flojera es cosa seria y engatusa cualquier alma joven, cualquier deseo penitente. Solo en una cocina vacía el gato yacía, intentando reconstruir en su cabeza una solución ante la ilusión vertiginoza de un plato bien tibio de leche.
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---------------A duras penas y con un cansancio mortal el gato trepaba la escalera. Lo hacía con dificultad, muy ceremonioso, cuidando cada detalle en su andar. Es que si no tuviera esa extraña pansa hinchada podría ser más fácil recuperar su agilidad. Sin embargo aquellos seis años de placentera existencia pesaban más a la jora de una evaluación, y con la cabeza en el último peldaño, el que daba justo hacia la ventana, posó raudo su cabeza y comenzó a dormitar. Enceguecido por el cansancio, agarrotado por el esfuerzo, lentamente fue cayendo en un profundo sueño; en ese preciso instante, en que su mente felina comenzó a cesar, desde el cielo bajaron los rayos, y pronto, muy pronto, la lluvia empezó a caer.
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----------------Con la mirada borrosa pudo distinguir -primero por el frío, luego por el dolor en su espina- cabalmente su malestar. El dolor era intenso y las ganas escasas; una vez recuperado el aliento se dio la tarea de terminar con el último peladaño, mientras el frío le calaba los huesos y su pelaje erizado comenzaba a fallar. En la cima del cuadro proyectado desde sus ojos podía observar la ventana empañada. Detrás de la humedad se dibujaban gotas locas, que poco a poco se convertían en una sola masa de agua. Recordó el océano.
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---------------Atrapado en su propio universo, tras las rejas de su casa, mimado en una baranda, atropellado por una escalera, el gato gordo sintió su pequeñez (a pesar de su volúmen); y odió a Isidro, perpetrando en su mente un atraco final, un desquite, una traición que sólo él podría concretar. El gato gordo, enceguecido por el hambre, las ganas y el frío, volvió nuevamente a mirar al infinito, hasta el preciso momento en que un chirrido anunció la apertura de la puerta principal (....)
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Fin primer movimiento...

1.4.07

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...de sapo a chofer ahora...
Extracto de una garita de por ahí