31.10.07

Un tiempo que es de plata y no de oro


Llega mi cabeza, un tanto abombada a su hogar de lana, descubriendo detrás de esas puertas sus abrigos gastados. Desde ese lugar no puede ver el resto de mi cuerpo, pero el resto -el cuerpo- tampoco puede ver.
Ni el frío, ni la lluvia, ni el sol que cae gota a gota, ni brazos, ni piernas, ni siquiera ojos, tienen idea de cómo la cabeza muere.
Dentro de dos horas el frío cesa, termina su dramatización...
dentro de dos horas, y quizás algunos suspiros, tendrá que salir de su escondite, para contar historias, al pie de un rayo de sol.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wena hombre...
jjaa
esta re bueno eso de los tontos..
jaja
aunque no lo entendi mucho...jajaja ( pffff )
ia
nos vemos pronto

adios...


pd:su partio cuando ?