2.7.06

Última bocanada


Las verdades siempre se encontraban donde nadie las buscaba, y eso era precisamente porque todo lo que pasaba alrededor nuestro venía de falaces fiestas de otoño.
Pues bien, el invierno llegó, y con él un nuevo año que a nadie le importó.
Mas si pudiera revivir los momentos que nunca existeron, y forzar mi mente a la retrospectiva, nada sacaría ya más que mil emociones muertas. La envidia superó los límites del pudor, mi casa, lejos del ruido, en llamas (como las del altiplano) se evaporó.
Me siento a velar por los recuerdos, me rearmo en uno y otro intento, y sólo puedo pedir que la última bocanada de su aliento seque mis lágrimas ahora... que las seque como en un viento otoñal, como cayendo las ojas por pura gravedad.
Intentos, puros intentos... el fallar, de vez en cuando, aparece ante mi como una máxima insoslayable.
Quiero ser irreductible en sólo una cosa... nunca más quiero volar.

1 comentario:

Alucard dijo...

Volar y caerse, duele.Caminar y caerse, duele menos. A veces es bueno volar un poco, pero no muy alto, el cemento no se ablanda por nada en este mundo.

El invierno parece que hace aterrizar a muchos, el otoño te hace desender, el frío te quema las alas.

Cuidate-
Te leo