4.1.08

Estos cuentos son pequeños

ALGO

En algo estaba pensando cuando
se me arrancó como espuma.

Lo peor fue saber que si al encontrarlo
podré mirlarlo como antes.

Lo único que se me ocurre, en este momento,
es algo, algo que me ayude a traerlo,
antes de que la hora llegue.

Hasta ahora, la hora no me es fiel
y juega a las escondidas con todos,
menos yo...
no me invitó.

La idea, entonces, será esconderse
porque ya se me acabaron las ganas
de andar juegando.

Luego subo,
a ver cuando algo regrese,
si es que algo no le sucedió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los caminos de la locura no nos llevan todos a ella indefectiblemente, a habitar en ella, a enloquecer. Mejor (para quien no sepa bien si lo suyo es un destino que va cumpliéndose o, por el contrario, cierto paseo, cierta fortuna que posibilita la contemplación de estos horrores), siempre es mejor quedarse en silencio (haciéndose el huevón) en algún cruce marginal de caminos no anhelando ese final de ruta que facsina mortalmente como la luz a las moscas, y que sólo podría (como a una mosca) aniquilarnos, no pensando ya la fuga del mundo (herramienta primera de autoinmolación), y viviendo, viviendo el contacto humano posible, todo lo pobre o exterior a nosotros que este sea, y propio sobre todo a esa encrucijada que es primero un refugio, para nosotros, como somos ahí (libres de la obligación de ser otro), como vamos siendo al alero de tal calma, bien que vuelve toda la miseria recuperada a cada instante: la memoria incoluntaria, del dolor irreductible, imposible de traducir para la comprensión de la espiral de seres integrados que cantan, con peor o mejor gusto, el triunfo de la especie en su victoria sobre los elementos y las circunstancias.