Apesumabrado por las dudas de no saber qué hacer, decidí optar por más de una ruta. De esta manera llegué a conocer al conejo, aquel del reloj, aquel que el tiempo se roba su tiempo. Seguilo como un liño travieso, escondido, más allá de los bosques, precipicios y fábulas innecesarias; es que necesitaba desear una aventura real, sólo como la que cierta silueta, bailarina, podría entegar. Y así seguí, mezclando vidas pasadas,vidas futuras, vidas ausentes... entregado en una alegoría simple, así de simple, pero bien compleja.
Teníamos todo a nuestro favor, el conejo sin saberlo estaba acompañado, de una dulzura parecida a las olas otoñales, como cuando el agua vertical golpea nuestros vasos y se hacen interminables las noches oníricas dentro de un elixir azulado. Él y yo, sabíamos cuánto podíamos gastar, teníamos claras referencias en realción a la luna y los satelites de todas partes del universo. Sin embargo, y muy a mi pesar, el conejo en un acto desesperado saltó alado dentro de un agujero desconsolado. Tras él corrió una chiquilla, dulce niña divertida, mas comprendí que esa historia no podría jamás ser mía, y me retiré, me escindí de aquella aventura, como siempre lo supe hacer, como siempre lo sabré hacer.
Contrito y con el corazón despedazado pensé y evoqué siluetas bailarinas... los ojos enmarañados de pardos colores ofrecieron a mi vanidad bofetadas de correción... las rojizas nubes que mi mente sombreaban, resplandecieron en los interiores más despoblados, y los pulmones, resecos, se llenaron de un aliento nuevo, con sabores poco usuales, ron, cerveza, tabaco (malos cigarros), cebolla y ajo, que en una historia de finales inciertos cautivaron mi vida y la envalentonaron, la sacudieron de pronto emplazándola a seguir.
Son esos los momentos los que jamás se esperan, cuando todo está saldado, cuando el corazón es calmo, y esperamos seguir solventando lo que jamás creímos hacer. Porque si se resignaran las ilusiones, y los planetas dejaran de girar hacia un universo de posiblidades, los corazones calmos triunfarían... sin embargo la tormenta se hace imprescindible, es menester recrear las obsesiones, sacudir una vez más los corazones, y volver a creer, en todo lo que soñamos, en todo lo que una hermosa bailarina puede llegar a construir desde su silueta eterna... y esa es la esencia, es esa la esencia, un amor olvidado, sentimientos dejados de lado, resignaciones pasajeras y vanidades arbitrarias.
Es así como me tocó conocer a esos tres personajes, amigables personajes, no tan resbaladisos como aquel flemático conejo huidizo. Cada uno con sus prominencias, desde vertientes llenas de agua hasta pantanos opacos sedientos de vida. Mi alama no descansaba, y la ruta se hacía sólo cuesta arriba; y si es que escalásemos de forma horizontal tendríamos que lograr la armonía, moverse hacia abajo y hacia al lado, o quizás no volar, ascender (???!!!). Dentro de mis zapatos rojos como aquella mota divina, divisé sólo una religión posible, sin Dios ni santidades terrenales, una vida parca, una vida sencilla y locuaz, como mi voz finita, como mi voz que muere todos los días. Atravecé los campos floridos, y nos quedamos dormidos, muchas veces, sobre alfombras hermosas. Las estancias eran para pasajeros ricos, pero de pobreza absoluta, como el cielo sin nubes, que asoleado carece de matices importantes para alegrarnos hasta la noche absoluta... dormimos mágicamente, placenteramente, reímos y cantamos, y hasta derrepente bello se entonaba. Comimos desde el aire, pensando, atormentándonos sólo con la dicha de estar descansando; mirábamos, soñábamos, tatuábamos en mi alma la imagen reciente, la imagen sublime de su voz inacabable, vivimos felices, y vimos tantas noches grices, pero en su lata fría, en su paja inflamable y en su pecho regocijante, supimos cuánta felicidad es necesaria para acercarce a un castillo.
Más allá de la olas descubrimos, en un espejo envenenado, porque si sabemos que Borges advirtió las atrocidades que del espejo salen, tememos de la humanidad, y por eso renegamos, y por eso descubrimos la estafa inerte de esconder en la potencia, de esconder en la altanería, la más humillante pequeñez. Pero simples vivimos, simples somos más allá del campo florido, y si bien ya nos reconocemos, sabemos distinguir cual es el camino amarillo, recuperando memorias, recogiendo detalles, vestidos de naipes, pintando rosas de sangre, no perdonando nunca no haber caído en aquel agujero, no haber sido presos del tiempo, recriminando al destino por habernos sacado de la historia, sin saber porque en algún minuto hice caso a la voz: Sigue el camino amarillo!
1 comentario:
Hay muchas veces en que segui camino, oh si lo recuerdo perfectamente, me digo a mi mismo, segui caminos de distintos colores, pero sin duda el amarillo fue el mas gratificante, pero si de verdad me apreguntas amigo y compañero de la vida donde fue cuando mas aprendi?, fue cuando deje de seguir caminos y cree el mio propio, ese que me enseño daniel pajarillos, el de mi buen amigo carlitos, el que compartimos con antonio y contigo, el de cristian ponce y tantos otros, en fin el camino por el que yo voy es de salsayron.
abrazos camilongi
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