Quiero llenar de llagas mis dedos
y que la sangre corra, displicente,
por aquellos rieles que portan
los carros a ningún lugar...
y en los bolsillos desperdiciar mis lamentos,
quebrarlas hasta el final, en una sublime agonía,
que se tiñe de la mugre que la arropa...
quiero llenar de lágrimas esta máscara
para que nadie vea que en realidad existe risa,
ofuscarme con mi pasado, sentenciar estas manos...
y bailando en la línea, sobre el carro,
estación tras estación,
cada uno de ellos se contornea,
se arrincona, se arranca de una historia
a medida que el paisaje muta...
las llagas,
en mis dedos,
deben ser eternas,
estigmas;
recordando la unión herética
entre mis venas y sus líneas...
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